No me juzgues por pensar en mí. No me juzgues por tenerte el miedo que te tengo. Y por quedarme paralizada ante situaciones poco comunes. Es miedo. Y el miedo paraliza. Por eso no te abrí. Por miedo. Por imaginar que te estabas comiendo cualquiera ahí afuera. Por imaginar que me estabas juzgando de más. Y el miedo y el dolor me hicieron llorar.
Y pedir que te vayas. Pero no podes ponerte en mi lugar, porque sos egoísta.
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